Cuando nos definimos un nuevo objetivo vamos a tener que enfrentar determinados desafíos u obstáculos para alcanzarlo. Por ejemplo, al encarar un nuevo proyecto o armar un nuevo equipo probablemente necesitemos hacer cosas como aprender nuevas herramientas o desarrollar nuevas habilidades. Muchas veces esos obstáculos son complejos y tienen origen en algo más profundo dentro nuestro: creencias.
En este articulo vamos a realizar una actividad para aprender sobre cómo podemos identificar esas creencias, descubrir cómo nos pueden limitar y finalmente trabajar con ellas por medio de anclas.
En mi caso personal, esta actividad nace del desafío de encarar un nuevo equipo y construir las relaciones con los miembros del mismo. Cuando empecé a investigar sobre el tema encontré que, en el mundo del coaching con PNL, se definen dos tipos de procesos:
Coaching de bucle simple
En el proceso de bucle simple basta con armar un plan de acción con las acciones que creas que te acercan al objetivo final. Si estás en este proceso sabés:
- Lo que querés lograr
- Que lo podés lograr.
- Que merecés lograrlo
- Y que sos capaz de lograrlo.
Por ejemplo, cuando aprendí a manejar, ¡sabía que podía lograrlo! Pero conozco mucha gente con ganas de aprender que dudan y no se consideran capaces de lograrlo. De esto mismo habla el segundo proceso.
Coaching de bucle doble
En el proceso de bucle doble ya no solamente vas a necesitar armar un plan de acción porque, aunque sepas lo que querés lograr, puede que no te consideres capaz de hacerlo, o merecedor de ese logro, o te parece que a vos no te es posible. En este caso, el trabajo es identificar esas creencias limitadoras que hay detrás para desafiarlas y generar nuevas creencias.
¿Qué es una creencia?
En pocas palabras, son normas de vida que adoptamos y actuamos sobre ellas como si fuesen ciertas. Por ejemplo:
- No sirvo para manejar dinero.
- No puedo controlar lo que como.
- Soy hábil en los deportes.
- El éxito requiere tiempo.
- Lo hago bien, y puedo hacerlo mejor.
Estas creencias se forman a través de la experiencia de vida. Lo interesante es que nuestras vivencias refuerzan nuestras creencias. ¿No notaste que la gente que tiene miedo a manejar ve en las noticias que ocurren accidentes, y eso alimenta más ese miedo? También puede pasar que una persona que se anima a ciertas cosas, ve que le salen, y esa creencia de que puede lograrlo se refuerza aún más.
Como vemos, muchas de estas verdades pueden ser liberadoras y potenciarte, y algunas otras pueden convertirse en obstáculos para alcanzar tus objetivos. Las creencias moldean la realidad sobre las que nos movemos, y así terminan formando nuestros hábitos.
¿Qué es un hábito?
Un hábito es aquello que hacemos sin pensarlo detenidamente, prácticamente no nos tomamos el tiempo de pensar en lo que hacemos cuando lo estamos haciendo. Pueden ser cosas como tomar un café a la mañana, una frase que usamos como latiguillo o una manera de responder ante determinado problema. Lo interesante es que, si los tenemos, creemos que nos sirven.
Cuando decidimos avanzar hacia un objetivo, en el proceso de enfrentar desafíos, puede que haya hábitos que puedan representar un obstáculo para nosotros.
En mi caso, era un hábito frustrarme cuando cometía un error o ante alguna consulta de alguien, no saber que responder. Si quería aprender cosas nuevas, esto me limitaba.
¿Qué mantiene a un hábito en su lugar? El coaching lo define como anclas.
¿Qué es un ancla?
El coaching con PNL define a las anclas como estímulos visuales, auditivos o cinestésicos (básicamente, los cinco sentidos) que activan en nosotros una respuesta o un estado emocional. Olores que traen recuerdos, palabras que traen ideas o imágenes que despiertan emociones.
Desde la perspectiva del coaching, no importa los sentimientos que evocan las anclas, lo que importa es si sostienen hábitos o no. Por lo tanto, si creamos nuevas anclas podemos crear nuevos hábitos que nos sean más útiles para llegar a nuestros objetivos. ¿Cómo podemos lograrlo?
Te propongo la siguiente actividad (descargá esta hoja), a realizar en dos partes:
Primer ejercicio
- Pensá en un hábito que quieras cambiar. Escribilo en la hoja.
- Contestate las siguientes preguntas:
- ¿Cómo me siento en ese momento?
- ¿Qué provoca ese sentimiento?
Te puede quedar algo como lo siguiente:
Para la segunda parte de la actividad, hay algo más que necesitamos saber.
Estructuras
Son anclas diseñadas a propósito para recordarnos la visión que tenemos, nuestro objetivo, nuestros valores y las acciones que queremos emprender.
Al ser anclas, pueden ser visuales, auditivas o cinestésicas. Por ejemplo:
- Marcar calendarios.
- Poner una alarma.
- Colocar una foto en el escritorio.
- Bajar un nuevo álbum de música.
Pasado un tiempo, las estructuras se vuelven cotidianas y tienden a perder efectividad. Para sustentar el nuevo hábito, es necesario ir creando nuevas anclas. Te propongo entonces que formes un nuevo hábito:
Segundo ejercicio
- Pensá en el nuevo hábito que quieras formar. Escribilo en la hoja.
- Contestate las siguientes preguntas:
- ¿Cómo me quisiera sentir en ese momento?
- ¿Qué podría hacer para provocar ese sentimiento?
En mi caso me quedó:
Conclusión
Cambiar de hábitos no es fácil, pero se puede. Hay una creencia base que podés adoptar: “Mis creencias cambian”. En mi experiencia personal, para formar un nuevo hábito que me permita darme el lugar a aprender cosas nuevas, y derribar las creencias que me estaban limitando, me creé una estructura visual con la siguiente frase:
“Perseverancia es fallar diecinueve veces y triunfar en la veinte.”
Y vos, ¿qué hábito quisieras cambiar?